Colegio "América"
 
Quevedo-Los Ríos
Enterate  
  Inicio
  Historia
  Reglamento Interno
  Docentes 2008-2009
  "Agua de Roca"
  Año de espiritualidad Marista
  Como somos los Maristas
  Conoce a Marcelino
  Presencia Maristas
  Calendario
  Video de Reflexion
  Galeria de Imagen
  Fotos del Colegio
  Autora
  Contacto
Año de espiritualidad Marista

El día 7 de octubre de 2007, domingo, dio comienzo en nuestro Instituto una peregrinación de espiritualidad que se va a prolongar a lo largo de un año. Con la mirada puesta en que esta experiencia sirva para que se acreciente en nosotros el aprecio de la Espiritualidad apostólica marista, se abre ahora un período significativo de renovación para todos los que, de una manera u otra, se han visto beneficiados por el carisma que vino a la Iglesia a través de Marcelino Champagnat, así como para el Instituto en general. Mi intención, al escribiros ahora sobre el Año de espiritualidad, es añadir algunas ideas a la información que ya os habrá llegado sobre este tema por otros conductos, incluyendo todo lo que ha venido apareciendo en la página web del Instituto durante estas últimas semanas.

Muchas veces suspiramos por disponer de tiempo suficiente para cultivar y profundizar en esos aspectos de la vida que nos parecen relevantes, y seguro que la espiritualidad es uno de ellos. A tal fin, tratamos de poner remedio a las cosas y hacemos el firme propósito de rezar con alguna regularidad, de tomarnos unos días de retiro al año, y de estar más disponibles para aquellos que necesitan de nuestro respeto, talento y servicio. Pero a pesar de nuestros esfuerzos, a menudo fallamos en el cumplimiento de estas resoluciones y no llegamos a la meta. Sin ánimo de ofrecer una solución hecha a medida para resolver nuestras dificultades, no hay duda de que esta peregrinación de doce meses que acabamos de emprender nos proporcionará los medios para dar un paso más hacia adelante.

Empezamos este Año marista de espiritualidad trazándonos varios objetivos. En primer lugar, nos comprometemos a seguir desarrollando aquella primera llamada del 20º Capítulo General que nos invitaba a centrar apasionadamente nuestras vidas en Jesucristo. Esas retadoras palabras, que en su momento cautivaron el corazón y la mente de los capitulares, tuvieron eco después en muchas personas más. A lo largo de estos meses tendremos oportunidad de encontrar los caminos más efectivos para que la llamada capitular se convierta en una realidad viva dentro de cada uno de nosotros.

En segundo lugar, el Año marista de espiritualidad nos brindará la ocasión de llegar a entender más plenamente lo que queremos decir cuando afirmamos que nuestra espiritualidad es mariana y apostólica. Si nosotros tomamos conciencia de lo que eso significa, entonces podremos inspirar en los demás el aprecio de este tesoro. Decimos que nuestra espiritualidad es mariana. María vivió y sufrió como todos nosotros en la noche oscura de la fe. Como hija de su tierra, tenía pasiones y gozos humanos, y las mismas preocupaciones que tenemos nosotros hoy. Pero ¿qué representa realmente esta notable mujer de fe, a la que Marcelino llamaba nuestra Buena Madre y a la que nombró Primera Superiora, para los que vivimos en la aurora del tercer milenio? Y más importante aún, ¿de qué manera se refleja eso en nuestra espiritualidad?

De modo semejante, debemos también profundizar en la naturaleza apostólica de esa espiritualidad. Una buena parte de la práctica religiosa que marca a la Iglesia y a la vida consagrada tiene raíces monásticas. Cabría preguntarse cuáles serían los rasgos definitorios de una auténtica espiritualidad apostólica, si tuviéramos la valentía de llevarla a la realidad de nuestras vidas.

En tercer lugar, a lo largo de doce meses tendremos la posibilidad de impregnarnos de la espiritualidad que subyace en el documento Agua de la roca, recientemente publicado. Si queremos que esa espiritualidad arraigue y cobre fuerza dentro de nosotros, debemos estudiar el texto con cuidado, compartir con los demás nuestras ideas y experiencias, y esforzarnos por ser ejemplos vivos de lo que allí aparece escrito.

Por último, deberemos también aprovechar este tiempo de gracia para delinear y poner en marcha algunos planes formativos relativos al campo de la espiritualidad, que vayan más allá del Año propiamente dicho. El estudio sistemático del documento Agua de la roca sería uno de los elementos a considerar en ese terreno, desde luego. Pero ¿qué otras cosas podemos añadir para que este Año de espiritualidad constituya algo más que un acontecimiento, por memorable que sea? Tenemos que dar los pasos necesarios que nos lleven a convertir estos meses en una experiencia de valor duradero para cada uno de nosotros y para la Iglesia en general.

Un Año de espiritualidad marista único: ¿para quién? ¿sobre qué? La invitación, extensa y cordial, a tomar parte en el Año de espiritualidad lanzado el día 7 de octubre, va dirigida a los hermanos y laicos maristas, así como a todos los que desean conocer mejor los pilares de nuestra historia.

 

Las palabras y referencias que nos van a servir de recordatorio durante todo este período, vienen directamente de los textos de Agua de la roca. Jesús es la roca y piedra angular de nuestra espiritualidad. Marcelino literalmente cortó la roca para extraer fragmentos con los que construyó nuestro Instituto y su misión. Dicho de otra manera, cortó la piedra que había junto al Gier y la transformó en el Hermitage. Aquella casa tan querida de todos se ha mantenido en pie hasta hoy, como símbolo y memoria de su fe y laboriosidad.

Al emprender este año tan significativo, os invito igualmente a reconsiderar los elementos del pasado que continúan siendo valiosos hoy. Tenemos casi doscientos años de tradición como Pequeños Hermanos de María y como laicos maristas de Champagnat. Nuestra idea es aumentar ese tesoro que nos pertenece, poniendo en acción los medios apropiados para asegurar que siga floreciendo durante mucho tiempo después de que nosotros hayamos desaparecido.

Ideas para desarrollar la motivación del Año

En la Asamblea de la misión marista, recientemente celebrada en Mendes, aprendimos muchas cosas. Entre ellas, la importancia que tiene centrar la atención en un único tema durante un determinado período de tiempo. En los meses previos a la Asamblea hubo encuentros regionales por todo el Instituto; en los años futuros se irán dando pasos para hacer fructificar la experiencia de Mendes, de manera que la esperanza que allí se suscitó pueda convertirse en una realidad tangible.

De modo semejante, al invertir estos meses reflexionando en torno a la Espiritualidad apostólica marista, lo que hacemos es recordar que nuestro apostolado es algo más que la realización de un trabajo, bastante más que el simple hecho de cumplir con las tareas que nos corresponden por razón del empleo. Tener ese punto de mira también nos ayuda a entender que es Dios quien nos ha reunido en comunidad, en familia, o en la relación con una determinada persona. La dimensión trascendente de nuestra vida se nos hace más visible.

Sugerencias prácticas

Pocas cosas de valor se consiguen en la vida sin sacrificio y empeño. Para obtener una titulación universitaria, pongo por caso, debemos dedicar tiempo a la lectura y al estudio, un tiempo que quizá nos gustaría emplear en otras cosas. Si queremos sacar provecho de este Año marista de espiritualidad, debemos comprometernos a seguir ciertas prácticas. Yo recomiendo cuatro, en particular: estudio y reflexión, oración personal y comunitaria, dialogar y compartir las experiencias, llevar un diario.

Primeramente, no podemos dejar de reservarnos un tiempo para el estudio y la reflexión. El documento Agua de la roca, que ya nos suena familiar, constituye un buen recurso. Este libro, de presentación atractiva, es fruto del trabajo que llevó a cabo una Comisión internacional por espacio de más dos años. Esa tarea se vio enriquecida a través de las consultas que se fueron efectuando paralelamente a un buen número de hermanos y laicos maristas de todo el Instituto. El texto final, rico en contenido y significado, recibió la aprobación del Consejo General.

Este documento puede ayudarnos a reflexionar sobre los rasgos clave de nuestra espiritualidad, ya desde su propia estructura. El formato del libro, así como la distribución de los subtítulos, fueron pensados para facilitar el estudio y servir de excelente hoja de ruta a todo el que esté deseoso de realizar una peregrinación a los manantiales de la espiritualidad del fundador. Por poner un ejemplo: los artículos 16 al 41 están recogidos bajo los encabezamientos de Presencia y amor de Dios, Confianza en Dios, Amor a Jesús y a su Evangelio, Al estilo de María, Espíritu de familia, Una espiritualidad de sencillez. Esos títulos ponen nombre a las piedras miliarias que guiaron la propia fe de Marcelino. Para acompañarle en ese caminar, nos bastará con leer pausadamente los artículos de cada sección, y rezar con ellos.

Hay otras muchas fuentes a las que podemos acudir. Los documentos de los Capítulos generales celebrados a partir del Concilio Vaticano II nos proporcionan un inestimable conjunto de textos para llevar al estudio y la oración. Lo mismo digamos de las circulares que tratan sobre la Espiritualidad apostólica marista y otros aspectos de nuestra vida de fe. Durante este año sacaremos también una circular sobre María. Y, desde luego, tenemos la Palabra de Dios que nos ofrece la Iglesia en la misa de cada día. Obtendremos mucho fruto con sólo reservarnos un tiempo para reflexionar en torno a la primera lectura y el evangelio, convirtiendo esos momentos en oración.

En segundo lugar, la oración personal y comunitaria son dos de las piedras angulares sobre las que hay que construir en estos meses. Si se ha perdido el hábito de la oración personal regular, ahora se nos ofrece una ocasión excelente para cambiar esa situación a mejor. Empecemos despacio y dejemos que el Señor nos guíe en el proceso. Por otro lado, si la oración comunitaria se ha convertido en rutina, en algo que hay que liquidar antes de pasar a la siguiente actividad, introduzcamos alguna novedad en su estructura general y apliquemos las pausas naturales que debe haber siempre que rezamos juntos. Podemos incluso pensar en hacer la oración en otro lugar. Por ejemplo, si la comunidad reside en el edificio escolar, se puede trasladar la oración a algún espacio de la escuela, invitando a ella a los directivos, profesores, alumnos y familias. Hagamos que la oración comunitaria se convierta en algo verdaderamente atractivo y no en un requisito que hay que cumplir.

En tercer lugar, organicemos los tiempos y circunstancias durante este año de manera que podamos compartir nuestro propio itinerario de fe con las personas que viven y trabajan con nosotros. Un excelente medio de hacerlo es sencillamente tomar un capítulo de Agua de la roca y trabajarlo juntos. Otras veces bastará con una pequeña introducción antes de comenzar la oración común, para dar lugar a que los presentes puedan expresar algo de su experiencia de Dios. Pensemos también en recuperar las jornadas de recolección comunitaria, si se hubiesen perdido ya. Aprovechemos algún momento del retiro anual para compartir con los demás la vida de fe.

Por último, llevar un diario con asiduidad también puede contribuir al desarrollo de la vida espiritual. Basta con escribir unas pocas líneas al final del día, respondiendo a estas preguntas: “¿Dónde me he encontrado con el Señor hoy? ¿En qué personas, acontecimientos y situaciones se me ha hecho presente?” Otras veces preferiremos escribir más detenidamente sobre los retos que se nos plantean en nuestra vida de fe, o para recoger una conversación que hemos tenido con el Señor, con María, o un santo por el que sentimos particular devoción. Volver a leer esos apuntes, de cuando en cuando, puede ayudarnos a entender mejor cómo está obrando el Señor dentro de nosotros y a través de nosotros.

Sólo me resta añadir que este Año de espiritualidad, además de todo lo dicho, constituye un medio excelente de prepararnos para el 21º Capítulo general, el último que celebraremos antes del bicentenario del Instituto, que será el año 2017. Recemos para que a lo largo de estos meses tengamos muchas oportunidades de recordar y recordarnos que debemos ser hermanos y hermanas que irradian esperanza, hombres y mujeres convencidos de la presencia activa del Espíritu en medio de nosotros, llamados a participar juntos en la creación de un mundo nuevo y mejor.

Recemos también para que aprendamos a escuchar, y así seamos capaces de discernir el deseo de Dios. Y recemos, finalmente, para que lleguemos a ser personas sin miedo, valientes y audaces, visiblemente apasionadas por Jesús y su Buena Noticia. De esta manera podremos dar testimonio de Él con un corazón ardiente.

saludo  
   
Quienes somos  
 
Los Maristas somos un grupo más de personas en la Iglesias y en el mundo.

No somos muchos, ni tampoco los mejores.

Somos, antes todo, cristianos que buscamos en comunión con todo el pueblo de Dios,la plenitud de la vida divina y hacer el bien con los demás.

Nuestra vida es muy normal; llena de debilidades y fallos, como la de cualquier ser humano...

No hay categoría especiales entre nosotros,somos hermanos de una misma familia, unidos por el amor de Maria.

 
Diviertete  
 
videosjuegos
Las tabla de la ley Rompecabazas gaturro
Marcelino pan y vino
Memoriza
Los que se siembre se cosecha
Encuentra las palabras
 
Hoy habia 3 visitantes (3 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis